Un año más nos encontramos en la recta final la campaña hortofrutícola, y un año más la historia se repite. Los precios no han sido buenos, los márgenes y la rentabilidad se reducen y el “lobo” está cada vez más cerca.

Hay opiniones para todos los gustos, algunos se afanan en buscar culpables para desviar la atención, otros simplemente entienden que todo el mundo tiene la culpa menos ellos, pero la conclusión casi siempre es la misma: el mercado está saturado y no hay precio.

Los vídeos corren como la pólvora en las redes sociales, unos destruyendo sandias y melones, otros más subidos de tono por el cabreo monumental, y no sin razón, de los agricultores, y otros buscando un justificación a la desesperada apuntando a posibles culpables de todo este desaguisado.

Posiblemente falta ese punto intermedio de proponer soluciones que no encuentren obstáculos con el objetivo de mejorar la rentabilidad de los agricultores, o posiblemente esas soluciones estén ya propuestas y no han encontrado ese deseado consenso.

La tan ansiada y esperada “Ley de la Cadena” ha encontrado detractores antes incluso de ponerla en marcha. El comercio se empeña en demostrar que perjudicará seriamente a los productores. No puedo por menos que alegrarme de esta defensa hacia el agricultor, nunca antes lo habían hecho con tanto ahínco y perseverancia. Se afirma que el mercado está saturado de melón y sandía. Es probable, si lo dicen los expertos no lo voy a poner en duda, pero a 10 céntimos de euro se vende todo. Entonces algo debe estar fallando.

El tiempo en Europa no es bueno pero nosotros comemos melones procedentes de Terceros Países todo el año, hasta en invierno y con migas si hace falta.

 Evidentemente la solución no es fácil, pero llegado a este punto, no puedo sino hacer una serie de reflexiones habida cuenta de la situación en la que se está viendo abocada nuestra agricultura:

¿Qué tal si todos entendemos que si el agricultor cae el resto del mundo nos hundimos?

¿Qué tal si las empresas del sector se esfuerzan en llegar a acuerdos para comercializar en lugar de hacerse la competencia entre ellas mismas?

¿Qué tal si se PLANIFICAN las campañas en función de las demandas del mercado?

¿Qué tal si aprovechamos la Ley de la Cadena en hacer que los precios se fijen de abajo hacia arriba y no al revés como hasta ahora?

¿Qué tal si las estrategias del sector van encaminadas a paliar las carencias que tiene el eslabón más débil?

¿Qué tal si exigimos el cumplimiento de los acuerdos extracomunitarios y exhortamos la soberanía alimentaria en Europa?

Considero que debemos entender que la solución debe ser conjunta, que el trabajo en equipo no tiene por qué restar protagonismo a nadie (por si alguien lo busca) y que ese “Mesías” con varita mágica que algunos buscan como agua de mayo no es más que el trabajo conjunto y el entendimiento de todos los eslabones que formamos parte de este estratégico sector.

Parafraseando a Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”

Firma: Adoración Blanque Pérez