Por Francisco Vargas
Presidente de ASAJA Almería

El último trimestre de 2016 vimos cómo aumentaba considerablemente el consumo de los hogares españoles y como consecuencia se inició la recuperación de los precios finalistas al consumidor. Este repunte del IPC no ha pasado desapercibido para la mayoría de los partidos políticos de la oposición y por supuesto menos aún para el que gobierna ni para el que da estabilidad al gobierno. Pues debido a este repunte, y dada la vertebración política de este país, todos se han puesto a pedir mayores porciones de la “tarta de Hacienda” para contentar a sus votantes.

El gobierno no se ha quedado quieto, “hasta ahí podíamos llegar”, me dicen que por los pasillos del Ministerio del ramo todo eran carreras para determinar cuál era la principal causa de la subida del IPC y por qué seguía subiendo en los primeros días de enero con las Navidades ya finalizadas y las rebajas no habían contribuido en años anteriores a cambiar este índice de precios al consumo. “Será la subida del petróleo, pero eso no lo podemos decir, será la subida de las eléctricas pero eso tampoco se puede decir” y a alguien se le ocurrió “será la subida del calabacín” “por supuesto, ése es el responsable, todos a por el calabacín”.

Apertura de informativos, partes meteorológicos, tertulias de radio, magazines de máxima audiencia, todos, absolutamente todos a por el calabacín que hace falta “matarlo” para bajar el IPC.

Esta es la consecuencia de una política fraccionada que no se para a pensar en lo que están diciendo o haciendo, que viven en el día a día como si fuese la última vez, y por tanto toma decisiones que pueden dañar colateralmente a los sectores productivos españoles y de forma irreparable. No vamos a negar aquí que el calabacín está teniendo un precio poco usual pero si nos ponemos a pensar un poco quizás veamos que tampoco influye tanto en la subida del IPC.

Efectivamente, el ochenta por ciento del calabacín que se produce en España se exporta a la UE y sólo queda en territorio español y Portugal el veinte por ciento restantes, que por cierto suele ser el de mayor calibre y por tanto el de menor demanda y menor precio en origen. A esto hay que añadir que debido a las bajas temperaturas sólo queda producto en estos momentos en territorio español y más concretamente en la ribera del Mediterráneo.

En condiciones climatológicas normales la producción de calabacín española en el mes de enero asciende a unas dieciocho mil toneladas pero todos sabemos que este año ha llegado precedido de varias olas de frío que aún asolan la mayor parte del continente europeo y como consecuencia ha bajado la producción de este mes de enero situándose en unas seis mil toneladas mensuales, esto es un tercio de la producción normal.

Como anteriormente señalé sólo unas mil toneladas quedan en la península Ibérica e islas nacionales, ¿somos tan inconscientes como para pensar que esta pequeña cantidad de calabacín pueda ser la responsable de la subida del IPC? Parece ser que para alguien sí es así y por ello tenemos todos que “ir a por el calabacín”.

Al final son cortinas de humo que tienen la misión de despistar a los ciudadanos y también a los partidos políticos, para ello no se duda en buscar una cabeza de turco fácil y débil que no pueda defenderse ante tal avalancha de noticias negativas y por supuesto centrar toda la ira de los consumidores sobre este sector productor. Todo para ganar tiempo hasta que se nos ocurra cómo equilibrar la pérdida de competitividad de los ciudadanos y si no, ya encontraremos otra cabeza de turco con la que despistar.

Fecha: 27 Enero 2017